Mis influencias

Ésta bitácora es un modesto tributo a las siguientes influencias: George Orwell, Goethe, Patti Smith, Henry Miller, Baudelaire, Antonio Saura, Cabrera Infante, la sertralina, Antonin Artaud, los pajonales junto a las vías, San Pedro en la gasolinera, Super-Hijitus, Jules Massenet, José Larralde, Sabicas, Puerto Bravo en Bariloche (abrir una brecha en la pared con el filo de una billetera), Monteverdi, Víctor el leñador de Zarzalejo, cigarrillos Pall Mall, Elliot Brood, Henri Rousseau, Tom Waits, Nick Cave, la Plaza Mayor de Madrid, Julio Cortázar, Benny Goodman, Adriana Varela, Alejandra Pizarnik, Jean Genet, los psicólogos que no querían atenderme cuando no podía pagarles, Camarón de la Isla, Popol Vuh, Velvet Goldmine, las brujas de Zugarramundi, Calamity Jane, Typer, J.D Salinger, Primal Screem, Jeff Buckley, Janis Joplin, Bee, el llamante que había ido a Thailandia y también el que estaba enamorado de su hermana, William Burroughs, Ernesto Sábato, los amigos de aquí, de allá y de todas partes, Rabelais, el Marqués de Sade, Pink Floyd, la naturaleza boca al cielo de cara a una estrella, P.J Harvey, la Santa Inquisición española, mi vecina la del Gran Danés, Joaquín Sabina y sus Dieguitos y Mafaldas, Charly Parker, el cuento del lobo y los siete cabritos, el río Manzanares, el castro de Coaña en Asturias, la aldea de Ferreiros, Roberto Arlt, Gónzar, el pescaíto frito en Calahonda, Woody Allen, Madrid y sus laberintos, Roland Barthes, la literatura portátil, Virginia Woolf, Kurt Cobain, Maslow, Jean Michell Basquiat, Picasso, Va Pensiero entrando en la Alta Italia, Julian Schnabel, Plaza Francia (cera perfumada en candelabros de forja), Keith Haring, Gilles Berquet, T.S Eliot, las gasolineras automáticas de Marsella, Lipovetsky, Bob Dylan, Pino Solanas, Brando diciendo su réquiem en París, Tavo y yo soplando panaderos a la hora de la siesta, Tita Merello, Neil Young, Sor Juana Inés sin la cruz, Fanny (la prostituta mística que se parecía a la Maga), Francois Villon, Greil Marcus, el chiringuito aquel de Salobreña, Juan Carlos Kreimer, el graffitero catalán, la piedra sagrada, el esquivador de langostas, Lou Reed, Dj Oskar-Moska, Lydia Lunch, Jarboe, las baldosas en tablero de ajedrez en la galería ahogada de malvones, Jordi Saball, haber perdido el miedo, el maldito Sófocles, Aretta Franklin, los girasoles en flor contra el mar en Necochea, y un mar contra el alba y el alba encendiendo la tierra, Dobet Gnahore, Emile Ciorán, 16 horsepower, Ojos de Brujo (gracias, Marina), un Rivera del Duero del ‘98, Amadou y Mariam, una película de Greenaway, Tinto “Los Molinos”, Marianne Faithfull, Cronemberg, los perros verdes, los que piden fuego en los andenes, una puesta de sol sobre un horizonte nimbado de blanco en Marruecos, los amigos que no estaban mientras yo escribía los sábados por la noche, dónde van aquí están los barberos de San Juan, Kiko Veneno, Charly García antes de la piscina, Sainkho, la mariposa aquella cruzando el desierto de Gobi, Alicia en el País de las Maravillas, los conciertos de rock del bar “La mona fundida”, los punkys de Plaza de Castilla, el piano de Daniel Johnston, el hachís en casa de Simone, Edmundo D’Amicis, los billikines, los hombres que entienden, y por supuesto... la gran señora del Martini rojo: mi madre.
Les deseo un buen viaje de todo corazón y que tengan la fiesta en paz.

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