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Mostrando entradas de junio 8, 2008

El tano

Como me dijo un amigo hace años, mi padre tenía un karma movido. Su número era el 8 -el del infinito- y su signo, Géminis. Creo haber contado ya que fue ex combatiente de la II G-M, un asunto que a mis amigos les resultaba interesantísimo. Ellos le llamaban cariñosamente el tano. Una vez, siendo aún adolescente, intenté escribir su historia, pero la dejé en pleno relato de su escapada a bordo de un tren que marchaba desde su campamento, a la capital, Addis-Abeba (estuvo destinado en Etiopía por órdenes de don Benito, a quien despreciaba con un odio difuso) y que, según él mismo contaba, a mitad de camino tuvo que vérselas con una insurrección de africanos tras la toma de Etiopía a mano de los ingleses. Si dejé el relato, fue porque no podía imaginarme tal cosa sin estar en su pellejo. Sin ser un Indiana Jones, mi padre -un hombre tan pequeño como inexplicablemente fuerte- no sólo consiguió resisitir a la insurrección, sino que también resistió a la bala que se le metió por el cuello y