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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Experiencia de vuelos humanos

Esto es porque hoy no se me da bien el hardcore... (Igual todo depende del punto de vista).

Ingravidez

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Ahora que soy yo misma y no la que esperaban, ellos me resultan extraños. Gente que juzgaba mi modo de ver la vida, mi distancia, mis experiencias con la percepción, mi soledad buscada, todas mis acciones temerarias, mis ex abruptos, y por supuesto, mis terrores… ellos siguen en el mismo sitio donde les dejé hace ya un millón de años. Incólumes, ocupan el sitio que les estaba reservado desde antes de nacer. Yo, en cambio, he tirado por la borda mi sitial de honor en la casa del padre. Y no sólo eso: la he demolido. He tirado la llave por la alcantarilla. Mientras cuento con los dedos el número de mis propias decisiones, espero habérmelo perdonado cuando haya llegado hasta diez. Mi único rasgo de coraje consiste en haber alzado la mano para empezar a contar. Saber que la mano estaba ahí y que tenía diez dedos y diez decisiones y que todas, fuesen lo que fuesen, iban a ser mías. Hacerlo fue como saltar al vacío. Y sí, he sido yo: por suerte he sido yo. El resto no sé si mere

Badly drawn boy / Year of the rat

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Antropos

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Perfecto en su simetría y de proporciones clásicas, esbelto, hermoso -y por supuesto, blanco-, el hombre de Vitruvio davinciano (1492) es al homo cibernéticus lo que era el homo antessesor al sapiens. Representa la imagen mental más antigua y aceptable que el hombre moderno tiene de si mismo. Es el boceto final que rubrica de forma rotunda la superioridad de occidente frente a la inferioridad... del resto. El hombre de Vitruvio se yergue como una sequoia sobre el oscurantismo del medioevo y lo sepulta para siempre -o eso es lo que nos contaron. Antropos renace de entre las garras de Dios. La pose vitruviana, su registro, o lo que sea, legitima la gran ilusión occidental: no es que el sapiens esté hecho a imagen y semejanza del Universo, es que el Universo está hecho a imagen y semejanza del sapiens. Podemos manipular la naturaleza a nuestro antojo. He aquí la gran impostura del Renacimiento. La manipulación nos traerá el Progreso y con él la aniquilación del dolor y la il