Tierra de la gente nueva


La Otra olia a cesped y a sol alto.
El sol de la Otra tenía la peculiaridad de las moscas
y el de Aquí el de sólo parecer
que puede tocarse.

Había cruzado el mar para saber
cómo vive la gente nueva
para ver cómo todos los hipocampos se ahogan en la tierra
para poder dormir tranquila, algún día
en casa de la gente vieja.

Hay quienes creen que un poema no debe jamás ser aclarado. No obstante, valga en este caso  una aclaración: la gente nueva es la que reside en el denominado Viejo Mundo, mientras que la gente vieja -paradógicamente- es la que reside en el denominado Nuevo. El poema es, pues, un llamado a la reflexión acerca de cómo las hegemonías de los mundos subvierten la percepción, llamando nuevo a lo aborigen y viejo a lo impuesto. Habiendo vivido en ambos mundos, los vínculos se acrecientan, siendo un camino de doble rasero para cuyo entendimiento haría falta, a veces, comprobar su naturaleza ilusoria recorriendo esas distancias.

Photo/post: RAB

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