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Mostrando entradas de junio, 2008

Lilith

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Cuenta la leyenda que Eva fue creada de la costilla de Adán y que, desobedeciendo la orden de Yavé, arrancó la manzana prohibida, la mordió, y se la ofreció a su pareja, que también mordió, con lo cual los dos fueron privados para siempre de sus eternas vacaciones en el Paraíso. La leyenda cristiana en su versión catequista se atreve a afirmar, inclusive, que Adán y Eva iban cubiertos de hojas de parra y que, una vez mordida la manzana, perdieron toda su inocencia y ya nunca más volvieron a vivir como hermano y hermana, sino como hombre y mujer. A Eva se la sentenció a parir sus hijos con dolor, a cocinar para toda su progenie y a hacer la colada por el resto de sus días -un destino que recayó sobre todas sus hijas hasta mediados del siglo XX- y Adán tuvo que buscarse las habichuelas con el sudor de tu frente a fin de dar de comer a la prole y construir un refugio de cal y canto para toda su familia. Poco se habló de Lilith, no obstante, y es injusto porque fue la primera mujer de Adán

De vuelta en el XIX

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Hoy por la mañana me llegó un mail de mi amiga Vandalia con el siguiente título: Firmas contra la Directiva de las 60/65 horas‏ de jornada laboral semanal. (Esto es en EUROPA , lo aclaro por si hay algún lector gaucho que entre por aquí -que los hay- y no quiera creerse lo que lee). Por si a alguien le interesa el asunto (creo que nos interesa a todos) os invito a echar una firmita virtual en la web de esta gente. Odio hacer estas cosas, pero es otra manera de que se difunda y que alguien haga -o por lo menos intente- hacer algo antes de volver al siglo XIX. Lo mejor y más completito que he pillado en Internet sobre el asunto, es esto . ¿Cuál será la próxima?¿Una ley del Parlamento Europeo para legalizar la explotación de mano de obra infantil? (Ay, si Dickens viviera...)

Verano

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Los meses y los días son viajeros de la eternidad. El año que se va y el que viene también son viajeros. -Basho Se dice que los gatos tienen 7 vidas, y que las personas tienen tantas como heridas hayan bajo sus pies. Yo no sé cuántas tengo, porque nunca las conté ni quiero hacerlo, pero lo que sí sé es que, digan lo que digan, a mí el río Manzanares me hace bien. Ahora es buen tiempo para ir, pero la mejor época es a comienzos de primavera, que es cuando el río está lleno, el aire empieza a calentarse, y huele a jaras, romero y jazmín salvaje. A diez minutos de mi casa está la Chopera, mi primer puerto bautizado. Si te desvías de la carretera por un sendero pedregoso, te adentras en lo que yo llamo “la entrada pobre” del parque regional de la Pedriza, que es para ir andando. Es a mediados de marzo cuando los chopos sueltan su pelusa y la tierra se cubre de blanco, como si fuera nieve. Hubo un año en que los chopos nevaron bajo un cielo intensamente azul. Es un hecho cierto, aunque no p

Viva Kafka

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Escribo con la sangre en el ojo, porque una medio-amiga mía está viviendo una peripecia que me resulta tan repugnante como kafkiana: es uruguaya y lleva viviendo en España más o menos el mismo tiempo que yo. Su permiso de residencia se le caducó en setiembre del año pasado, y todavía no ha recibido respuesta de la administración. Es decir, que después de 9 años de haber cotizado y pagado sus impuestos como cualquier hijo de vecino, y estando legal desde el principio –ahora mismo le correspondería su residencia permanente- esta mujer no sólo lleva 9 meses esperando una respuesta que no le dán, sino que además está sin trabajo y enferma. Su caso merece ser contado con pelos y detalles, como podría describirse un vómito con el que topamos por la calle el domingo por la mañana. Esta mujer tiene dos hijas, una de las cuales trabaja como camarera. De eso viven. Hace poco le dio por pedir una ayuda a servicios sociales y le dijeron que tiene derecho a la renta mínima de inserción (unos 400 e

El tano

Como me dijo un amigo hace años, mi padre tenía un karma movido. Su número era el 8 -el del infinito- y su signo, Géminis. Creo haber contado ya que fue ex combatiente de la II G-M, un asunto que a mis amigos les resultaba interesantísimo. Ellos le llamaban cariñosamente el tano. Una vez, siendo aún adolescente, intenté escribir su historia, pero la dejé en pleno relato de su escapada a bordo de un tren que marchaba desde su campamento, a la capital, Addis-Abeba (estuvo destinado en Etiopía por órdenes de don Benito, a quien despreciaba con un odio difuso) y que, según él mismo contaba, a mitad de camino tuvo que vérselas con una insurrección de africanos tras la toma de Etiopía a mano de los ingleses. Si dejé el relato, fue porque no podía imaginarme tal cosa sin estar en su pellejo. Sin ser un Indiana Jones, mi padre -un hombre tan pequeño como inexplicablemente fuerte- no sólo consiguió resisitir a la insurrección, sino que también resistió a la bala que se le metió por el cuello y

Diane Arbus: de ESO no se habla

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Diane Arbus debió haber sido una niña difícil, pero en silencio. Como dijo Norman Mailer: “Darle una cámara a Diane es como darle una granada de mano a un bebé”. Si bien es verdad que se atrevió a romper con los prejuicios de la pacata sociedad estadounidense de fines de los cincuenta, también es cierto que incluso hoy sus fotografías siguen resultando espeluznantes. El ojo de su cámara dá en el blanco, y si lo hace tan bien, es porque no sabe -no quiere- mentir. Ya le venían mintiendo desde pequeña. Nacida en 1923 en Manhattan y criada en el seno de una rica familia judía -su padre era peletero y su marido un fotógrafo de la revista Vogue - Diane debió percibir lo que se cocía debajo de todo ese glamour. Quizá la pregunta que se hizo Steven Shainberg al momento de rodar Fur, haya sido: “Si en los ‘50 resultaba tan cool poseer un abrigo de visón y ése era entonces el concepto de belleza imperante, ¿por qué a Diane iba a resultarle menos bello un hombre enteramente cubierto de pelo