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Mostrando entradas de noviembre, 2009

En su débil condición de mujer

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Quiero solicitar una ayuda a mis escasos lectores. Si mirais al costado de esta web vais a ver un diminuto apartado que pone “La chica de la semana”. La actual se llama Fatoumata Coulibary y es, entre otras cosas, la protagonista del filme Moolaadé, muy recomendable, que pudo visionarse hace días en cierto canal de televisión. Pues bien. Lo que busco ahora es presencia de mujeres europeas, que puedan ser incorporadas a mi modesto apartado. Estas mujeres tendrían que reunir las siguientes condiciones: no pertenecer a la esfera institucional ni a la nobleza en cualquiera de sus variantes, no ostentar grandes titulaciones y grados ni estar protegidas por algún organismo estatal o privado, no estar casadas y/o divorciadas de ningún indivíduo del que esté percibiendo una pensión suficiente como para montar, por ejemplo, una ONG; etc. Ya entendeis por donde van los tiros: hablo de mujeres del día a día, madres, profesoras, médicos, escritoras, operarias, artistas, activistas, brujas, y hast

Jorge Volpi: América Latina no existe

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Triste noticia la de enterrar a América Latina. Más, si se tiene en cuenta que entre 2009 y 2012, Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Sal­vador, México, Paraguay y Vene­zuela celebrarán los 200 años de sus respectivas independencias. Triste noticia, si se cuentan los muertos de la causa continental. Tal vez el tricentenario de 2110 encuentre una América unida de Alaska a Ushuaia bajo el nom­bre de los Estados Unidos de las Américas, quizás entonces quepa hablar de integración regional, del sueño de Bolívar, y no de su in­somnio. Pero hoy, otra vez, procé­selo, América Latina no existe. La provocación sale de la boca del mexicano Jorge Volpi, sen­tado cómodo en el lobby de un hotel cinco estrellas del micro­centro porteño, adonde viajó para presentar El insomnio de Bolívar. Cuatro consideraciones intempes­tivas sobre América latina en el si­glo XXI, que le valió el Premio de Ensayo Debate-Casa de América. "La vieja idea de América Latina que tanto fascinó al mundo o

Oskar-moska

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Mi madre nos ponía la merienda en una fiambrera dentro de la mochila. Ella se preocupaba por mí, que comía poco y andaba mucho, que era una cría nerviosa, un culo de mal asiento. Recuerdo que me llenaba la fiambrera con un enorme bocata de queso hecho con pan de higos secos y pipas de calabaza, para evitar las lombrices; pero igual no había manera de que yo me lo comiera todo. Un día le dije: “Madre, pónme algo ligero”, porque ya empezaba a hacer calor y a mí la comida siempre me ha caído pesada cuando hace calor. Oskar-moska estaba ahí conmigo, llenando su mochila sin prestar atención. Cuando llegó la hora de la merienda, me tumbé en un banco con mis colegas y saqué la fiambrera. Al notar que se movía, di un grito y la fiambrera voló por los aires. ¿Qué demonios había allí dentro? Mis colegas y yo formamos corro alrededor, pero nadie se atrevía a abrirlo. “Bocata no”, dijo una chavala, “porque esas cosas no suelen saltar en las fiambreras”. Insecto ponzoñoso o mascota, tampoco, pensé,