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Mostrando entradas de febrero, 2013

Volver

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El tango Y aunque no quise el regreso, siempre se vuelve al primer amor, cantaba Gardel. El error del santo ha sido afirmar que volvía con la frente marchita. El verso acabaría imponiéndose a varias generaciones de argentinos como paradigma de la experiencia migracional. El tango hereda la morriña, el dolor de la partida forzosa, no la aventura. En él, volver viene a ser tan doloroso como marcharse. El tango evoca la experiencia del viaje como herida, no como hazaña. A nadie se le ocurriría negar la legitimidad de esa herida -que hace de Volver un testimonio con emblema-, y aunque en ninguna parte se mencione que esa herida pueda convertirse en aventura de conocimiento, tal posibilidad quedará rubricada en un verso que parece apuntar a la noche oscura del alma: tengo miedo de las noches que pobladas de recuerdos encadenen mi soñar. Siempre me fascinará el poder que tienen las palabras. No hay presagio alguno en el verso del tango, tan solo la experiencia única e intransferib